EL
PETRÓLEO
Según
el acuerdo de la cumbre de París, los países que ahora están
firmando en la ONU (Organización de las Naciones Unidas) este
tratado se comprometen a rebajar sus emisiones de gases de efecto
invernadero.
La
idea es que, como máximo, no lleguemos a superar los dos grados
centígrados extras de temperatura media global por encima de los
niveles preindustriales. Aunque algunos climatólogos sostienen que
1,5 grados ya es desastroso y que no podemos ya evitarlos aunque
queramos. La realidad es que el acuerdo de París llega tarde y
hubiera sido mejor que se hubiera firmado hace 15 años o más. Se ha
perdido un preciso.
Según
un informe reciente de Oil Change International, si se quiere cumplir
con los acuerdos de París entonces no se pueden abrir más minas de
carbón o perforar nuevos campos de pozos de petróleo o gas. Incluso
habría que ir cerrando ya este tipo instalaciones si se quiere
cumplir con los acuerdos.
Si
no se abren instalaciones nuevas y se siguen explotando las
infraestructuras ya existentes en el mundo, simplemente no se podrán
cumplir con las metas de los acuerdos de París y el aumento de
temperatura superará los 2 grados centígrados, lo que no debería
ocurrir.
Según
el IPCC, para no llegar a los 2 grados de subida se necesitaría
emitir un máximo de 843.000 millones de toneladas de dióxido de
carbono durante 22 años, lo que significaría mantener las emisiones
al ritmo anual actual.
Los
cálculos de Greg Muttitt, autor del estudio, indican que las
actuales reservas de carbón, petróleo y gas actualmente en uso
corresponden a unas emisiones de 941.000 millones de toneladas de
dióxido de carbono una vez consumidas.
Esto
obligaría a no perforar más pozos o abrir nuevas minas y, por
tanto, no habría que hacer nuevas exploraciones en busca de nuevos
yacimientos. Esto incluiría, por supuesto, el nefasto fracking.
Además, habría que sustituir las reservas actuales por fuentes de
energías renovables.
“No
hay más sitio en la atmósfera. No se deben construir nuevas
infraestructuras basadas en combustibles fósiles. Esto significa no
fracking para buscar gas en RU o en cualquier otro país...
Todo
el desarrollo energético necesita estar enfocado en las energías
limpias de ahora en adelante”, dice Muttitt.
Un
problema que tenemos como civilización es la inercia que tienen
ciertos procesos económicos. Si unos inversores deciden poner su
dinero en una central térmica de carbón esperan recuperar su dinero
con el paso del tiempo. Lo mismo se puede decir de una mina de carbón
o un campo petrolífero. Si un gobierno decide cerrar una de estas
instalaciones antes de tiempo, entonces los inversores pueden perder
mucho dinero y una central de cualquier tipo es algo muy caro que
tarda mucho tiempo en amortizarse. Lo mismo se puede decir de una
mina o un pozo petrolífero. Así que el capital se opone normalmente
a medidas de este tipo.
Los
analistas dicen que la inversión en fuentes de energía fósiles
está ya decayendo desde los acuerdos de París.
Hay
cierta luz de esperanza en este escenario, pues las alternativas ya
están aquí y son rentables. Hace unos días la Abu Dhabi Water and
Electricity Authority (ADWEA) confirmaba que el precio de la energía
solar fotovoltaica ya ha caído a los 2,26 céntimos el Kwh.
Esto
significaría que el consumo privado de este tipo de energía está
al borde de la rentabilidad. La tendencia indica, además, que los
precios de la energía solar fotovoltaica seguirán a la baja durante
mucho tiempo.
EL
FRACKING
El
fracking es una técnica para extraer gas natural de yacimientos no
conveccionales. Se trata de explotar el gas acumulado en los poros y
fisuras de ciertas rocas sedimentarias estratificadas de grano fino o
muy fino, generalmente pizarras o margas, cuya poca permeabilidad
impide el movimiento del gas a zonas de más fácil extracción. Para
ello es necesario realizar cientos de pozos ocupando amplias áreas
(la separación entre ellos ronda entre 0,6 a 2 km) e inyectar en
ellos millones de litros de agua cargados con un cóctel químico y
tóxico para extraerlo. Se sabe que hay al menos 260 sustancias
químicas presentes en alrededor de 197 productos, y algunos de ellos
se sabe que son tóxicos, cancerígenos o mutagénicos.